Mozárabes y mozarabías

Mozárabes y mozarabías
Biblia de León

jueves, 22 de noviembre de 2018

Los Mártires de Córdoba



Los pronunciamientos martiriales que se desencadenaron en Córdoba a partir de aquel 18 de abril del 850, fecha en la que el joven Perfecto aceptó voluntariamente el sacrificio, no son fáciles de interpretar a la luz de hoy; las iniciales versiones católicas, nacionalistas y románticas han perdido fuerza frente a otras más actuales procedentes de autores hispanos y también de fuentes anglosajonas o alemanas, que intentan aproximarse a aquellos sucesos de la Córdoba del siglo IX bajo una óptica mucho más racionalista. Entre esquemas tan distantes, nos quedamos algo desconcertados.
Nos preguntamos si será posible contemplar, bajo la perspectiva actual, unos hechos que no dejan de sorprendernos y que tuvieron lugar en un mundo de exaltaciones y antagonismos frecuentemente impulsados por exacerbaciones místicas, guerreras y hasta apocalípticas. 
Es evidente que los cristianos estaban sometidos a ciertas presiones por parte del mundo musulmán, pero la pregunta es si estas fueron suficientes como para justificar la oleada de martirios voluntarios que se desencadenaron en ese año y los siguientes.
Las excesivas presiones tributarias ejercidas sobre los dimmíes, las limitaciones externas cultuales tales como la prohibición de tañer las campanas, efectuar entierros y procesiones en público y construir nuevas iglesias, las burlas y el menosprecio a los que públicamente estaban sometidos los cristianos, particularmente los sacerdotes, todo ello configuraba la incuestionable realidad de que la comunidad mozárabe cordobesa pasaba por una incómoda situación. 
La realidad es que se experimentaba por aquellos días un palpable decaimiento moral y cultural de la comunidad cristiana, con la excepción de la mayoría monjes asentados en los monasterios de las sierras cercanas, donde, poco a poco, se fue fraguando una absoluta oposición a cualquier fórmula de convivencia con las formas de vida impuestas por la religión islámica. 
Estos monjes rehuyeron todo intercambio de ideas con la comunidad islámica, aislándose en los monasterios fuera de la ciudad;. No se trataba de polemizar con los musulmanes, sino que se optó por un enfoque mesiánico, el de ir al encuentro de Cristo triunfante llevados del espíritu del Antiguo Testamento, siguiendo las pautas marcadas por el Apocalipsis. Y el camino del martirio era el único que se veía posible frente al incontenible avance de las fuerzas del mal, representadas por el Islam. Los monjes mozárabes rechazaron la convivencia con el mundo musulmán, eligiendo la única actitud que podría prender la chispa del remordimiento en sus hermanos "tibios" que, abajo, en la ciudad, contemporizaban con sus enemigos. La única vía que se vislumbraba como posible solución para todos aquellos males era el martirio. Desafortunadamente para sus propósitos, este segundo objetivo fracasó, y el movimiento martirial no tuvo ningún eco dentro de la propia comunidad cordobesa, mientras que, por el contrario, sí causó impacto entre las gentes cristianas del norte.



La justificación de las actitudes martiriales no resulta fácil a nuestros ojos si se enfoca exclusivamente por el nivel de libertades existentes e incluso por las condiciones de vida social reinantes en la Córdoba del siglo IX. 
En los casos de Perfecto, Juan, y, sobretodo, Isaac, se observa que sus motivaciones fueron completamente personales, sin que mediara aparentemente ninguna influencia externa; Eulogio se limitó a registrar sus muertes e iniciar con ellos el Memoriale Sanctorun, documento que se vería engrosado con las listas completas de los subsiguientes mártires. 
El esperado factor de contagio entre la comunidad mozárabe no llegaría nunca a producirse. No se dejaron arrastrar por la oleada de martirios de los monjes, manteniéndose, por el contrario, más cercanos a las posturas del obispo Recafredo y de los que apoyaban la convivencia pacífica. Sin embargo, no es menos cierto que el goteo de martirios continuó durante algunos meses hasta su total conclusión.
Como síntesis de todo lo que antecede, resulta patente la difícil justificación del hecho martirial cordobés, dentro de un contexto de razonable convivencia pacífica, exenta de auténticas persecuciones religiosas. Por lo demás, en nuestro ánimo queda el respeto por la valentía y la entrega de aquellas gentes. Faltan las razones a la luz de hoy, pero permanece la generosidad de la fe de ayer.

 Fuente: "Mozárabes y mozarabías" del autor.  Ed. Universidad de Salamanca 

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