A tres kilómetros al norte
de Berga, (Barcelona), hay un puente romano que cruza el Llobregat; desde allí
ascenderemos por una pista que nos deposita en una ladera a mediodía donde se
recuesta la iglesia. Hermosa perspectiva exterior de los ábsides, cuyo reparto
volumétrico es armonioso y nos recuerda al de otras obras de más envergadura.
A principios del siglo IX ya
figuraba como parroquia en las actas de la catedral de Seo de Urgel. Durante
las reconstrucciones realizadas en los años 60, han aflorado unos cimientos
visigóticos que hacia el siglo X debieron de ser ampliados por artífices mozárabes,
quienes añadieron los ábsides circulares y las naves laterales; después sufrió
profundas transformaciones ya en el período románico.
El
rastro mozárabe se deja sentir con claridad en el interior del templo, en la
planta de las capillas laterales, en la escasez de luz que apenas cruza las
estrechas saeteras y, finalmente, y en los arcos de herradura interiores. Su
diámetro excede las jambas, sus dovelas inferiores son horizontales (están
colocadas a espejo) y son radiales sólo las superiores, próximas a la clave.
En el
siglo X se amplió a tres naves y un crucero, sustituyendo la bóveda de madera
por otra de cañón de piedra, añadiendo dos ábsides laterales. Arcos de
herradura entre los distintos espacios.
Interesantes
pinturas mozárabes y románicas.
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