En el año 945, en el monasterio burgalés de Valeránica, trabajó el gran ilustrador Florencio, que pronto adquiriría gran renombre como iluminador de libros que trataban de sintetizar y explicar al pueblo los entresijos de los textos bíblicos, el Apocalipsis entre otros. El Papa Gregorio Magno escribió los Moralia in Job que son los comentarios al libro de Job y que sería copiado e iluminado por Florencio. Ahora están depositados en la Biblioteca Nacional de Madrid. La calidad de este artista fue a más, llegando a crear una escuela, hasta convertirse en uno de los iluminadores más relevantes de la Castilla de aquel siglo. De su mano, en Valeránica salieron los mejores códices iluminados de ese período, obras de gran formato y cuidada presentación.
Poco conocemos de la vida del tal Florencio, aunque su maestría le debió llevar a un cierto grado de engreimiento, según nos cuenta I. Bango Torviso, que ya advirtió como en la Biblia de León festejaba sus éxitos brindando con uno de sus colaboradores.
Y esta es la explicación de que en los citados Moralia in Job dedicase toda una página a recordar a los lectores cual era su nombre. Se llaman acrósticos estos juegos con letras formando frases. Pero la curiosidad estriba en la forma en que lo hizo el iluminador Florencio, valiéndose de un laberinto de letras, en el cual, a partir de la F que aparece en el centro de la primera fila, se puede leer en cualquier dirección la frase: FLORENTIUM INDIGNUM MEMORARE, Florencio indigno de ser recordado.
En fin, todo un ejercicio de falsa modestia.
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