Santa Cristina de Lena asentada en una colina en los montes Cantábricos, entre el puerto de Pajares y Pola de Lena, solo ha sufrido un asalto de la civilización que la rodea: la proximidad de la autopista cuyo ruido constante llega a perturbar la quietud de esta preciosidad del prerrománico asturiano.
Aún así es una visita obligada y cada vez que vamos por allí nos detenemos en la contemplación de la "iglesia de las esquinas" tal y como la conocen popularmente por aquellos lugares. Si alguien duda sobre esto, no tiene más que observar su planimetría, comprobando igualmente su exquisita simetría. Y es cierto que siempre descubrimos alguna nueva curiosidad en este bello monumento tan rodeado de incógnitas, dada la falta de documentación que sobre él existe.
Mucho se ha debatido sobre las posibles influencias visigóticas, carolingias, bizantinas o mozárabes ejercidas sobre este arte asturiano tan lleno de misterios y diremos que, respecto a estas últimas, las más notorias se aprecian en San Salvador de Valdediós, que pertenece a la última etapa o periodo postramirense, durante el reinado de Alfonso III, cuando ya aumentaban los contactos con gentes que venían del sur tras el repliegue musulmán.
Sin embargo, Santa Cristina es anterior y se puede situar en pleno periodo de apogeo ramirense, entre el 842 y el 850. Desde luego es el sorprendente iconostasio la pieza más relevante y distintiva de todo el conjunto y es en él donde descubrimos cinco celosías por encima de los tres arcos con evidentes indicios visigóticos, pero es la central con una disposición de cinco arquillos en herradura la que delata un signo innegable de mozarabismo.
Las conjeturas sobre los orígenes de este iconostasio son muchas pero su visigotismo y los rasgos mozárabes de su celosía central están fuera de toda duda.
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