En el riojano monasterio de San Millán, subiremos hasta la vieja iglesia de Suso, mitad cuevarefugio de eremitas y mitad cenobio, al pie de los antiguos montes Destercios, ahora conocidos como sierra de la Demanda.
Como bien sabemos, durante siglos se intentó borrar toda huella hispanoárabe en manuscritos y otras muestras culturales, lo cual obstaculiza la identificación de la indudable influencia que tuvo que ejercer lo mozárabe por aquellas tierras devastadas militarmente. Éste es el caso de San Millán; la desfiguración que presentaba cuando Gómez Moreno la visitó, no le permitió ir más lejos en sus investigaciones, pero hoy se puede asegurar que la iglesia de Suso ocupa el lugar donde estuvo situado el oratorio de San Millán y donde fue incluso sepultado a su fallecimiento, respondiendo a un planteamiento mozárabe del siglo X sobre anteriores bases visigóticas.
Si damos un rodeo por el exterior apreciaremos los modillones tipo cordobés que soportan los aleros, aunque todos, excepto uno, sean reproducciones de los primitivos que desaparecieron por efecto de devastaciones e incendios.
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