Mozárabes y mozarabías

Mozárabes y mozarabías
Biblia de León

jueves, 1 de julio de 2010

Jarchas mozárabes


Báy-se méw qorazon de mib.
¡Ya Rabb, si se me tornarad!
¿Tan mal me dóled li-l-habib!
Enfermo yed: ¿Kuand sanará?

Jarcha que, traducida alcastellano, dice así: Mi corazón se me va de mí.¡Oh Dios, ¿acaso se me tornará?¡Tan fuerte mi dolor por el amado! Enfermo está, ¿cuando sanará?
                                             
Poema en audio: Mi corazón se me va de mí... de Jarchas mozárabes por Flora María Álvaro         
                  
Allá por los finales del siglo IX, nace en al-Andalus una de las más genuinas muestras del elevado nivel alcanzado por la poesía arábiga. El poeta al-Qabrí, natural de Cabra, quien, según algunos historiadores, pudo ser mozárabe, inventó la métrica conocida como "muwassaha", "mohasaja", o por el más españolizado nombre de muasaja. Éstas muasajas nos interesan aquí, particularmente, porque ellas fueron le vehículo transmisor de las jarchas hasta nuestros días. Estas eran estribillos de dos, tres o cuatro versos que se añadían al final de las citadas muasajas, lo cual explica que jarcha en árabe significa salida, final. Esto sucedía allá por el año 1040. Pero el hecho curioso es que mientras la muasaja estaba escrita en árabe clásico o en hebreo, los estribillos o jarchas aparecían en voces del dialecto romance mozárabe, salpicadas en algunas ocasiones con vocablos puramente árabes.

Mucho se discutió sobre si los autores de estas jarchas pudieron ser los propios poetas árabes, tesis ya abandonada ante la evidencia de que algunas de ellas se repiten en diferentes muasajas, lo cual más parece indicar que estaban tomadas de la raíz popular andalusí, siendo probablemente herederas de cancioncillas mozárabes, que se han perdido en el tiempo debido a que su transmisión fue exclusivamente oral.

Fueron descubiertas en 1948 por el filólogo S.M. Stern, que observó en un manuscrito la existencia de jarchas, extrañas al cuerpo de las muasajas y que eran como su remate final. Los autores árabes se servían de estas estrofas para recoger fragmentos de una poesía de arraigo ancestral entre los pobladores autóctonos de al-Andalus, verbalizadas en un dialecto distinto del árabe pero no extraño, dado el bilingüismo reinante a la sazón. Pero, desde un punto de vista filológico e histórico, la singularidad del descubrimiento radicaba en que, hasta ese momento, no se conocía en la Europa altomedieval otra lírica que compitiese en antigüedad con la provenzal. Desde entonces, investigadores de la talla de R. Menéndez Pidal, D. Alonso, E. García Gómez, M. Frenk Alatorre, A. Jeanroy y  J. Sola-Solé, por citar sólo algunos, han ido poniendo de relieve y confirmando que estos sencillos estribillos mozárabes, correspondían a una lírica hispana anterior incluso a la ya citada provenzal.

Y no sólo es cuestión de que un dialecto distinto se halle injertado dentro del cuerpo de la muasaja, sino que su temática sea notoriamente diferente de la de la poesía árabe, en general, y en concreto, de las muasajas. Mientras que en los poemas arabigoespañoles el hombre es el que canta a la mujer, ayudándose de tópicos líricos tales como la luna, las flores, la mirada penetrante, los perfumes, motivos guerreros o la voluptuosidad del amor hetero y homosexual, por el contrario el asunto principal de las jarchas corresponde a lamentos femeninos de amor y de olvido. Estamos, por lo tanto, frente a una motivación bien diferenciada y que está más entroncada con la tradición de las primitivas líricas gallegoportuguesa y castellana, según afirmó recientemente el filólogo Álvaro Galmés de Fuentes. El amor y  la soledad de la mujer ante el esquivo amante, es uno de los temas usuales en las jarchas:

¿Qué fare yo mamma?
Mieo-l-habibi ya vase
Con tal bel fogore.
¡Layta non lo amase!
(¿Qué haré madre? Mi amigo ya se va con tan hermoso fulgor. ¡Ojalá no le amase!)  

Curiosamente, los requerimientos amorosos están, a menudo, aderezados con un sorprendente sentido picaresco, más concordante con el entorno de la sensualidad árabe. Ello se observa en la jarcha siguiente, en la que la joven responde de esta manera al amante que la solicita: 

Non t'amarey illa con as-sarti
an tajma halhali ma'a qurti.
(No te amaré sino con la condición de que juntes mi ajorca del tobillo con mis pendientes)

El total de jarchas descubiertas hasta hoy son algo más de sesenta. Uno de los serios problemas que afrontan los investigadores es su interpretación, dado que del dialecto mozárabe no se conoce lo suficiente como para traducir la mayoría de sus voces. Por otro lado, tanto el árabe como el hebreo omiten las vocales al transcribirse, por lo que resulta tarea ardua la identificación de las palabras y su distinción de las puramente mozárabes. Además es comprensible que los posteriores copistas árabes, al desconocer el dialecto romance, introdujesen numerosas deformaciones que ahora son difíciles de recomponer.

Las muasajas arabigoandalusíes evolucionaron hacia otra forma poética, no de menor influencia dentro de la lírica medieval europea: los zéjeles, escritos en árabe vulgar, de gran realismo, con descripciones sobre personajes callejeros, en medio de una ambientación picaresca y sensual. Algunos zéjeles también llevaban jarchas, aunque con un sentido diferente y en progresiva tendencia hacia su final desaparición.

Constituyen las jarchas mozárabes una aportación apreciable de la cultura hispanoislámica, como cantares populares, equiparables en antigüedad a la lírica provenzal; esto en lo que atañe a su papel filológico e histórico, porque en lo concerniente al encanto que de ellas emana, nos quedamos con su sencillez y su admirable sentido amoroso dentro del acervo andalusí. En las jarchas descubrimos a primera vista la nostalgia, el lamento y la invocación de la mujer por el amor ausente, que, quizás, deje entrever, en segundo plano, el murmullo de un pueblo que lucha con resignación contra la adversidad, esperanzado, como si de un amor lejano y huidizo se tratara.

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